12 meses

"Con pie derecho al frente, la última uva en la boca y algo rojo latiendo con fuerza bajo el vestido. La niña sin propósitos de año nuevo por no darle juego a las expectativas, llevaba los ojos pintados de sueños y una diadema de luces para espantar miedos. Empezó el año estrenando ilusión, con las ganas dorándose en el horno y la mesa puesta, apostando por lo importante: corazón. Y ahora, 12 meses después, se retoca en el espejo la raya del ojo y ha optado por una diadema más normal esta vez, una sin pilas para que no le fallen cuando más las necesite. No ha comprado ilusión nueva para este año. Aprendió que, pese a que en nuestro mundo muchas cosas sean de usar y tirar, la ilusión no es una de ellas. La ilusión puede (y debe) reciclarse, reanimarse, reescribirse, como se hizo con este poema. No hay tutoriales en Youtube que lo enseñen porque hay tantos métodos como personas queriendo revivir la suya. Este año repite el menú de las ganas, aunque con una variación: son ganas de querer y quererse, la combinación más exquisita del mercado. Se ha quemado durante estos meses, sí, (y varias veces) y ha tenido que repetir platos enteros porque le quedaron secos y sin sabor. Incluso, hubo una vez en la que casi se le prende la cocina, pero todo acabó en susto y nada más, aunque le cueste admitirlo. Sabe que es una pésima cocinera, pero este año tampoco está en sus planes rendirse. Quiere recordarse valiente, pese al riesgo de cortes y quemaduras. Y quiere aprender, sobre todo y ante todo. Bienvenido, Año Nuevo. La mesa ya está puesta y lo mejor, por venir".

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