Fobia a las despedidas

"Sé que a estas alturas ya nos hemos dicho de todo, nos hemos reído de todo y hemos soñado con todo. Pero hay un latido más que, todavía, no te he presentado. Ya sabes que llevo un tiempo conjugando sólo en futuro, que estoy más pesada de lo habitual con eso de las despedidas y que me he propuesto averiguar la fecha de caducidad del recuerdo. Sé que todavía te extrañas, aún a estas alturas de las que cogen los pájaros de mi azotea y de lo infantil que me pongo cuando me da por idealizar. Que sí... Que quizás lleves razón y el "hasta pronto" sea el simple y peligroso trampantojo de un adiós por mucho tiempo. Que quizás se nos atrofie la confianza por falta de uso o se nos oxide el sentimiento por dejarlo a la intemperie y no darle buen cobijo. "Así es la vida" me dices, como el que intenta explicarle la muerte a un niño sin hacerle llorar. Y no, aquí no exagero. Dime tú si no es triste perder al que te importó, al menos alguna vez en tu vida, y por un descuido. La verdad. No sé qué pasará. No sé qué nos pasará. Podría poner la mano en el fuego, hacer mil juramentos, alinear los astros que sean necesarios alinear, adelantar todos los eclipses solares que hayan de separarnos y convencerte, sí, convencerte de que a nosotros eso, no nos sucederá. Pero siento que llevas razón y que quizás continúo viviendo en mi pompa de jabón de siempre. Sin embargo, aunque la distancia se nos ponga por delante y nos toque vernos de eclipse en eclipse, corriendo detrás del conejo de Alicia en el País de las Maravillas, me seguiré emocionando con todo lo bueno que te pase, se me llenarán los ojos de alegría cuando la vea en los tuyos y se me dibujará en la frente la palabra orgullo cuando salgas a defender sueños o cuando, simplemente, seas tú, inigualable, irrepetible, irremplazable, pase el tiempo que pase”.

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